PRÁCTICAS DE ECONOMÍA CIRCULAR INMERSAS EN EL VALOR
COMPARTIDO
CIRCULAR ECONOMY PRACTICES IMMERSED IN SHARED VALUE
Ceballos Ramírez, Gilberto JP¹; Morales Suárez, David²
¹ Corporación Universitaria Minuto de Dios (Sede Principal), Facultad de Ciencias Empresariales, Administración de
Empresas, Colombia
Email: gilberto.ceballos@uniminuto.edu ceballos.gilberto@gmail.com, ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5410-2166
² Corporación Universitaria Minuto de Dios (Sede Principal), Facultad de Ingeniería, Ciencias Básicas, Colombia
Email: david.morales.s@uniminuto.edu, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4256-1995
DOI: https://doi.org/10.5377/aes.v4i1.16157
Recibido 12/02/23 Aceptado 19/04/23
__________________________________________________________________________________________________________________________
Autor por correspondencia: gilberto.ceballos@uniminuto.edu ceballos.gilberto@gmail.com (Ceballos Ramírez, Gilberto JP)
Forma sugerida de citación: Ceballos, G., y Morales, D. (2023). Prácticas de Economía Circular inmersas en el Valor Compartido.
Apuntes de Economía y Sociedad, 4(1). 35-47. https://doi.org/10.5377/aes.v4i1.16157
Copyright © Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, León (UNAN-León)
Conflicto de intereses: Los autores han declarado que no existen ningún conflicto de interés.
Resumen
La competitividad empresarial marca la posibilidad de
rentabilidad en los mercados, el Valor Compartido (VC)
ofrece alternativas mediante sus ejes para el desarrollo
competitivo. El auge y presencia de pensamientos
estratégicos hacia la sostenibilidad y respeto al entorno,
como las prácticas de Economía Circular (EC), son
aplicados paralela y superficialmente dentro del VC o se
desaprovecha la oportunidad de emplear los principios con
acciones de Reducir, Reutilizar o Reciclar (3Rs) de la EC.
Se describen indicadores de empresas Bogotá-Región que
aplican las 3Rs dentro de los ejes, tales como reconcepción
de productos y mercados, redefinición de la productividad
en la cadena de valor y habilitación del desarrollo de
clústeres de VC, mediante análisis de contenido de
comunicación escrita de 270 empresas recopilada por la
Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la
Cámara de Comercio de Bogotá (CCB). Se ejecuta la
clasificación en unidades de análisis de las 3Rs enmarcadas
en categorías para cada eje. Se presenta el aporte a cada uno
de los ejes de VC que realizan 31 empresas, clasificadas
por tamaño, desde la ejecución de proyectos involucrando
las 3Rs. Se encontró que el 32% de estos proyectos apuntan
principalmente al primer eje, el 68% al segundo eje
mientras que ningún proyecto involucra al tercer eje. Se
concluye la poca adopción de la EC como parte del VC
ignorando su acople en aras de generar mejor
competitividad.
Palabras clave: Valor Compartido, reconcepción,
redefinición, clúster, Economía Circular, competitividad.
Abstract
Business competitiveness determines the possibility of
profitability in the markets, the Shared Value (SV)
provides alternatives through its axes for competitive
development. The rise and presence of strategic thinking
towards sustainability and respect for the environment,
such as Circular Economy (CE) practices are applied in
parallel and superficially within the SV or the opportunity
to use the principles with actions to Reduce, Reuse, and
Recycle (3Rs) of the CE are wasted. Indicators of
companies in the Bogotá-Region that apply the 3Rs are
described within the axes such as rethinking of products
and markets, redefining productivity in the value chain and
enabling the development of SV clusters, through content
analysis of written communication of 270 companies
compiled by the Organization of Ibero-American States
(OEI) and the Bogota Chamber of Commerce (CCB).The
classification in units of analysis of the 3Rs framed in
categories for each axis is executed. It is presented the
contribution to each of the SV axes carried out by 31
companies, classified by size, from the execution of
projects involving the 3Rs. It was found that 32% of these
projects aim mainly at the first axis, 68% at the second axis
while no project involves the third axis. It concludes the
little adoption of the CE as part of the SV ignoring its
implementation to generate better competitiveness.
Keywords: Shared Value, rethinking, redefining, cluster,
circular economy, competitiveness.
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I- Introducción
Actualmente un reto que tienen las empresas se centra en encontrar la intersección entre sociedad y desempeño empresarial;
no es una tarea fácil, porque aún muchas empresas siguen empleando un enfoque en el cual prosperan sin tener en cuenta
ciertos aspectos como el desarrollo de la comunidad, el agotamiento de los recursos naturales y las necesidades sociales. Para
aportar a la solución a este problema, Michael Porter y Mark Kramer propusieron el principio del valor compartido, el cual
se fundamenta en la creación de valor económico de tal forma que además crea valor para la sociedad teniendo en cuenta sus
necesidades y, de esta manera, ser una organización competitiva. Surge así el concepto de creación de valor compartido,
siendo precisamente Porter & Kramer (2011) los principales exponentes del tema, quienes la definen como “las políticas y
prácticas operativas que mejoran la competitividad de la empresa y que al mismo tiempo mejoran las condiciones de las
comunidades en las que opera” (p.6). Sin embargo, el apogeo de aportes encaminados a obtener óptimos niveles de
competitividad empresarial genera decantaciones de gestión para su adopción; de esta manera, inclinarse por alguna en
especial puede limitar o retrasar el logro de mejores resultados competitivos e incluso la ejecución de forma superficial
conlleva a desaprovechar la integración con el valor compartido de otras pcticas como la economía azul, el capitalismo
natural, la economía regenerativa o la economía circular, entre otras. La CCB en su VI concurso de valor compartido, ha
discriminado la ejecución de los tres ejes del VC identificando en empresas de Bogotá-Región las políticas y acciones insertas
en su planeación normativa; con este insumo mediante el análisis de contenido se ha logrado describir cuales prácticas de las
3Rs están inmersas en los ejes del valor compartido que permiten optimizar el alcance de competitividad en el entorno cercano
de actuación.
II- Planteamiento teórico
Valor Compartido
Un inconveniente que presentan las empresas es la dificultad de saber hasta qpunto están creando valor compartido si no
se mide su progreso en función de los objetivos sociales, así como el grado en que el desempeño social mejora el valor
económico para la empresa (Porter, Hills, Pfitzer, Patscheke & Hawkins, 2011). Para realizar una medición eficiente del valor
compartido es necesario en primer lugar crear una estrategia bien fundamentada; esta se puede realizar identificando los
principales problemas sociales de la empresa, planificando las actividades comerciales relevantes y modelando los beneficios
tanto comerciales como sociales con relación a los costos esperados.
Díaz (2015) señala que para alcanzar esa relación empresa-sociedad, se requieren líderes que fomenten competencias, que
creen nuevas formas de conocimiento y presten una mayor importancia a los desafíos y necesidades de la sociedad. Asimismo,
la incorporación del valor compartido tanto en el gobierno, las agendas no gubernamentales y las empresas en los países en
desarrollo actúan como instrumento que permite consolidar las bases de desarrollo inclusivo y sostenible; además, como
expresa Odia (2018) podría desencadenar la siguiente ola de crecimiento económico global.
Por otra parte, Spitzeck & Chapman (2012) presentan las condiciones básicas que debe tener una estrategia de valor
compartido como consultar las políticas corporativas y/o prácticas operativas, potenciar la competitividad de la empresa,
mejorar las condiciones sociales en las comunidades y finalmente emplear métricas claras relacionadas con las demandas de
las partes interesadas. A su vez, Michelini & Fiorentino (2012) examinaron las principales características, diferencias,
tipología de beneficios, riesgos para las empresas y comunidades respecto a los modelos de negocio social e inclusivo con el
fin de identificar nuevos modelos que permiten a las empresas crear valor compartido.
Pfitzer, Bockstette & Stamp (2013) identificaron cinco elementos que permiten la creación de valor compartido, dichos
elementos se encaminan a incorporar un propósito social, definir rigurosamente la necesidad social, medir el valor social y
empresarial, crear la estructura de innovación óptima y cocrear con stakeholders externos. Mientras tanto, Muñoz-Martín
(2013) presenta diferentes relaciones entre los conceptos Responsabilidad Social Corporativa (RSC), Creación de Valor
Compartido (CVC), Sostenibilidad Corporativa (SC) y ética empresarial que suelen llevar a confusiones en la práctica,
profundizando así en cada uno de los conceptos. En esa misma línea, Szmigin & Rutherford (2013) elaboraron una guía
práctica que permite ir de la RSC al valor compartido a partir del libro Theory of moral sentiments de Adam Smith.
Resulta importante resaltar que el concepto de CVC aún se encuentra en etapa de maduración debido, entre otros aspectos, a
su sólida producción de conocimiento científico (Melamed, Blanco, y Rodríguez, 2018), siendo aplicado en campos como el
desarrollo regional, la reducción de la pobreza e incluso en otros sectores como educación (Barrios y Lopez, 2013), medio
ambiente (Orr & Sarni, 2015), banca y finanzas (Bockstette, et. al, 2014), salud (Peterson, Rehrig, Stamp, & Kim, 2012),
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entre otros. Adicionalmente, Crane, Palazzo, Spence & Matten (2014) presentan un análisis detallado al concepto de CVC
destacando las fortalezas y las debilidades de este.
De acuerdo con Méndez y Gómez (2017), los factores que inciden en la creación de valor compartido en pequeñas y medianas
empresas de Bogola motivación generada por la ampliación del mercado y el posicionamiento de la imagen inciden
directamente en la creación de valor compartido, además expresan que las empresas eligen proveedores considerando como
criterio los beneficios que inciden en una mejor gestión del modelo de negocio, esto a partir de las decisiones encaminadas a
la competitividad.
Del mismo modo, Galvis, Vanegas y Méndez (2018) propusieron un modelo teórico basado en los trabajos de Porter & Kramer
(2011) y Vaidyanathan & Scott (2012), que permita desarrollar un vínculo entre el Estado y la empresa en busca de brindar
solución a algunas problemáticas presentes en la sociedad permitiendo así una mejor calidad de vida en factores de educación,
salud, vivienda, entre otros.
Las estrategias para generar valor compartido expuestas por Porter & Kramer (2011) se fundamentan en tres ejes para la
reconcepción de productos y mercados, redefinición de la productividad en la cadena de valor y la habilitación del desarrollo
de clústeres. En el primer eje, los autores advierten que las organizaciones deben identificar si los productos y servicios que
desarrolla la empresa están acordes o dan respuesta a las necesidades sociales, al igual que deben señalar si estos causan
beneficios o perjuicios. Asimismo, señalan que las organizaciones, al momento de diseñar productos y servicios, deben dar
respuesta a los desafíos sociales asociados a salud, educación, vivienda, nutrición, seguridad financiera y medio ambiente. En
lo referente a los mercados nuevos, debe propender por la atención de las necesidades no satisfechas en comunidades
marginadas, lo cual requiere de productos rediseñados o métodos de distribución diferentes.
El principal objetivo de este nivel “[…] se basa en la creación de economías de escala para ofrecer productos y servicios
esenciales como salud, vivienda o crédito a precios razonables a comunidades desfavorecidas, fomentando así su inclusión
dentro de la economía formal” (Spitzeck & Chapman, 2012, p.501). Asimismo, según Letelier, Flores, & Spinosa (2003), si
una empresa tiene un amplio conocimiento sobre las necesidades que enfrentan los consumidores, e introduce productos y
servicios al mercado basados en dicho conocimiento, la empresa es capaz de crear clientes rentables y los beneficios que se
obtienen aparte de una nueva fuente de ganancias y el reconocimiento en el mercado por generar prácticas diferenciadoras de
reconocimiento en la comunidad.
El eje de redefinición de la productividad en la Cadena de Valor (CV) es definida por Morillo (2005) como:
[…] conjunto interrelacionado de actividades creadoras de valor, la cual va desde la obtención de fuentes
de materias primas, hasta que el producto terminado es entregado al consumidor final, incluyendo las
actividades de post venta (devoluciones, garantías, servicio técnico, mantenimiento, instalación, reciclaje,
etc.), en las cuales participan varias empresas” (p.55).
La CV de una empresa se ve afectada principalmente por los recursos materiales, las condiciones laborales y la educación.
Según Porter & Kramer (2011) la redefinición de productos y servicios incluye adoptar nuevos enfoques para el uso de
recursos, adquisiciones, distribución, ubicación y productividad de los empleados.
Por su parte, el eje de habilitación del desarrollo de clústeres conceptualiza a este último como una concentración geográfica
de empresas, proveedores e instituciones locales que facilitan y mejoran la productividad de las empresas involucradas a
través del mejoramiento de su cadena de suministros, facilita el acceso a nuevos conocimientos especializados, ayudan a
mermar el impacto ambiental, el desarrollo de clúster facilita el trabajo colaborativo potencializando mejoras significativas
que resultan en éxitos para las empresas y sus comunidades (Porter & Kramer, 2011).
Las anteriores estrategias permiten alternativas de gestión organizacional en la creación de valor compartido, se debe tener
claro que ella no constituye una solución única a todas las necesidades sociales, no obstante, brinda grandes oportunidades
para que las empresas mejoren su modelo de negocio ayudando a solucionar problemas sociales y, de igual manera, constituir
una ventaja competitiva a largo plazo (Díaz y Castaño, 2013). También permite a las empresas emplear los recursos, las
habilidades, la capacidad de gestión para contribuir con el progreso social obteniendo el respeto de la sociedad (Porter &
Kramer, 2011) y estar a tono con la evolución en tendencias de management (Artunduaga, Parra, & Ceballos, 2019).
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Economía Circular
El avance salvaje de la economía de mercado ha enmarcado, por un largo período de tiempo, prácticas de producción en las
cuales se presenta el desecho de materiales y gestión organizacional enfocada a ventas masivas sin considerar impactos de
contaminación del medio ambiente, tanto en la línea de producción como el mismo sistema de empaque y desecho de
productos terminados una vez caducado su ciclo de vida.
Una característica del modus operandi de la economía lineal, en gran proporción, se ha basado en procesos de industrialización
mediante la utilización de los recursos no renovables, es así como la generación de residuos se ha convertido en un problema
de salud pública que, en adición, afecta los beneficios de la organización proporcionando en la sociedad espacios de debate y
crítica que ponen en tela de juicio las prácticas de la empresa y, por ende, su rentabilidad al verse afectado tanto su volumen
de ventas como su prestigio.
La circunstancia de agotamiento de recursos no renovables y el impacto en la sociedad de productos fabricados y
comercializados bajo este modelo de negocio, ha llevado a que las prácticas de utilización de recursos estén encaminadas a
modelos de negocio amigables con respeto y cuidado medioambiental que, en última instancia, influye directamente en la
salud del consumidor. Varios de los procesos del modelo de economía lineal y los debates en diversos escenarios, públicos y
privados, está encaminado a las organizaciones en pasar de modelos de negocio netamente mercantilistas, en muchos casos
sin respeto a los impactos sobre la comunidad a hacer su adaptación a un modelo de negocio basados en la Economía Circular
(EC).
La Fundación Ellen MacArthur (2017) presenta la Economía Circular como alternativa para redireccionar la idea de
crecimiento organizacional con beneficio social respecto a prácticas de la actual economía.
El presente modelo económico de "extraer, producir, desperdiciar" está llegando ya al límite de su capacidad
física. La economía circular es una alternativa atractiva que busca redefinir qué es el crecimiento, con
énfasis en los beneficios para toda la sociedad. Esto implica disociar la actividad económica del consumo
de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema desde el diseño. Respaldada por una transición a
fuentes renovables de energía, el modelo circular crea capital económico, natural y social […]. (p.1).
La EC a través de sus prácticas de Reducir, Reutilizar y Reciclar (3Rs) por parte de las organizaciones, busca aminorar la
huella que a lo largo de décadas han dejado en su actividad transformadora y adaptativa de procesos empresariales alrededor
del mundo como vía de competitividad. La EC presenta distinción entre los ciclos técnicos y biológicos según la Fundación
Ellen MacArthur (2017), en el primero se “[…] recuperan y restauran productos componentes y materiales mediante
estrategias de reutilización, reparación, remanufactura o (en última instancia) reciclaje” (p.5) y en el segundo se […] regeneran
sistemas vivos, como el suelo, que ofrecen recursos renovables para la economía” (p.4) contribuyendo, de esta manera, en
transformar políticas de gestión competitiva en pro de beneficio no solo de la organización sino, también, de la comunidad en
general, además de poderse considerar como un elemento que contribuye a la competitividad de las organizaciones (Ceballos
y Muñoz, 2022).
Aportes al pensamiento en Economía Circular
Diversas escuelas del pensamiento han realizado sus aportes desde escenarios económicos, filosóficos y ecología industrial,
entre otros, permitiendo ser asociadas a prácticas de la Economía Circular.
El capitalismo natural superpone intereses de las organizaciones y ambientales bajo cuatro principios enmarcados en
incrementar radicalmente la productividad de los recursos naturales, cambiar a modelos y materiales de producción inspirados
biológicamente, avanzar hacia un modelo de negocio basado en servicio y flujo y reinvertir en el capital natural (Hawken,
Lovins, & Hunter Lovins, 1999). Por su parte, Benyus (2021) sustenta a la biomímesis desde 1997 como doctrina en la
innovación que se inspira en la naturaleza basándose en los principios de la naturaleza como modelo, como medida y como
mentor; esto con la finalidad de imitar procesos, propios de la naturaleza, en resolver problemas humanos.
La Economía Azul basada en 21 principios, para Pauli (2015) es presentada en 1994 en busca de optimizar el uso de los
recursos, mientras que al respecto López (2018, p.2) manifiesta que “[…] azul busca sacar el máximo partido a los recursos
disponibles, todo ello sin olvidar que los residuos también tienen que ser aprovechados. Y es que, para la economía azul, los
residuos son considerados otra fuente de riqueza”, es así como dicha fuente de riqueza se aplica a las prácticas de las 3Rs
pudiendo ser ligadas a la Economía Industrial siendo esta “[…] el estudio de los flujos de materiales y de la energía a través
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de sistemas industriales.” (Ellen MacArthur Foundation, 2017, p.6) centrada en el beneficio social.
El Diseño Regenerativo mediante su enfoque de imitar la evolución de la naturaleza aplicada al diseño, ha llegado a su
adaptación en diversos campos como la ingeniería y no se ha quedado atrás con formas de amoldarse a la gestión empresarial
para dar el paso de prácticas en economía lineal a circular. El congreso de Colombia expone mediante la Ley 165 (1994) que
se pueden emular procesos de funcionamiento de ecosistemas desde la producción de productos que se crean sin generar
residuos. Se abordan al final de este apartado importantes aportes que, aunque menos recientes, han dado pautas
transcendentales a las contribuciones antes mencionadas, es así como desde la Economía del rendimiento se reconoce un
aporte trascendental a las 3Rs. Por su parte, Walter Stahel, considerado como pionero de la Economía Circular (Chávez, 2021)
y fundador del Product-Life Institute en 1983 como consultora cuyo quehacer se guía al desarrollo de estrategias y políticas
sostenibles, es a quien se le atribuye el haber acuñado la expresión "Cradle to Cradle" (de la cuna a la cuna en castellano) a
finales de la década de los 70 (Ellen MacArthur Foundation, 2017), en cooperación con Genevieve Reday presentan a la
comunidad la visión de economía por bucles o circular.
El concepto "de la cuna a la cuna" progresa con el enfoque presentado en el año 2002 por Michael Braungart y William
McDonough el cual se basa en tres principios (Braungart & McDonough, 2005), véase Tabla 1:
Tabla 1.
Principios “de la cuna a la cuna”
Residuo = Recurso
Todo se debe diseñar para que, una vez acabada su vida útil, el 100% de los
elementos que lo componen puedan ser aprovechados como recursos. Este
sistema elimina el concepto de desecho porque estos equivalen a recursos
Energías renovables
Este sistema depende de fuentes de energía renovables (solar, eólica,
hidráulica, biocombustibles). Siempre que cumplan el principio anterior.
Diversidad
Los sistemas naturales funcionan y prosperan a través de la complejidad. En
lugar de crear soluciones genéricas como hacía el sistema tradicional, hay que
apoyar la diversidad de diseños con un enfoque local, que cumplen mejor su
función original al tener en cuenta las interacciones con los sistemas naturales
en los que se enmarcan
Fuente: adaptado de (Rubio, 2014)
De manera sintética, la Economía Circular considera que los recursos existentes son limitados, y por ello se centra en alargar
la vida útil de los productos, reducir la producción convirtiendo productos en servicios, prevenir la contaminación y
generación de residuos. “La economía circular se trata de economía, innovación y competitividad. Sabemos que es factible,
cómo hacer el cambio, ¡hagámoslo ahora!” (Walter R. Stahel, 2020 citado en Pérez, 2020, p.27). La EC otorga oportunidades
de negocios sostenibles al brindar escenarios para pasar de la economía del desperdicio cuya característica en la Economía
Lineal se centra en tomar, producir, usar y tirar (Stahel, 2019).
III- Metodología
Dentro del marco de la investigación denominado “Visión y conformación del ecosistema de valor compartido en algunas
empresas de Bogotá-Región”, auspiciado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), la Cámara de Comercio de
Bogotá (CCB) y ejecutado por la Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO) sede principal de Bogotá, se ha
empleado la técnica de análisis de contenido, puesto que “Disculpa y acredita en el investigador esa atracción por lo oculto,
lo latente, lo no aparente, lo potencial inédito (no dicho), encerrado en todo mensaje” (Bardin, 2002, p.7).
La técnica se ha realizado sobre una población de 270 empresas de Bogotá-Región como base de la comunicación generada
en la propuesta de proyectos y organizada por la CCB como parte de su participación en el VI concurso de valor compartido
como una estrategia que facilita reconectarse con el entorno de la organización (Cámara de Comercio de Bogotá, 2019), el
análisis se ha basado en descomponer el texto de las comunicaciones en segmentos, es decir unidades de análisis para la
categorización (Hernández, Fernández, y Baptista, 2014) de prácticas de las 3Rs dentro de los ejes de valor compartido; de
esta manera, el alcance es describir las prácticas en EC que se implementan como parte de dichos ejes como acciones que
aportan en los resultados sociales, empresariales y la competitividad.
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De acuerdo con lo expresado por Hernández, Méndez, y Mendoza (2014), como método de recolección de datos es útil para
estudiar la comunicación de una manera que permite cuantificar los contenidos, además de ser objetiva y sistémica permite
hacer inferencias de los contenidos con respecto al contexto de manera confiable y, sobre todo, con validez (Krippendorff &
Bock, 2008; Krippendorff, 2018). El interés de los autores se centra en reflejar la actitud, acorde expresan Hernández et al.
(2014), de las empresas en prácticas de economía circular como parte de las acciones de valor compartido que ejecutan.
El proceso de codificación se ejecuta bajo los pasos de definición del universo, las unidades de análisis y las categorías
(Krippendorff & Bock, 2008), en la Tabla 2 se enseña los apartados de los pasos del proceso.
Tabla 2.
Codificación análisis de contenido
Universo
Unidad de análisis
Categorías
270 empresas
Reducir, Reutilizar y Reciclar
Reconcibiendo productos y mercados
Reducir, Reutilizar y Reciclar
Redefiniendo la productividad de la cadena de
valor
Reducir, Reutilizar y Reciclar
Habilitación para desarrollo de clústeres locales
Fuente: elaboración propia
El desarrollo del proceso investigativo ha considerado manejo ético de tratamiento de la comunicación acopiada por la CCB
de las empresas participantes del VI concurso de valor compartido y cumplimiento del numeral XVII del contrato de ejecución
de la investigación pactado entre la OEI y UNIMINUTO, bajo este aspecto, los investigadores se han acogido a la Ley
estatutaria 1581 de protección de datos (Congreso de Colombia, 2012), la cual está reglamentada parcialmente por el Decreto
Nacional 1377 de 2013, reglamentada parcialmente por el Decreto 1081 de 2015 y la Resolución Rectoral 1484 de 2018, en
la cual se establece la política de tratamiento de información de la Corporación Universitaria Minuto de Dios.
IV- Resultados
Realizada a revisión de la comunicación generada mediante proyectos por las empresas presentada a la CCB, el análisis de
contenido realizado ha permitido encontrar que el 11.48% equivale a una muestra 31 proyectos postulados, estos involucran
algún componente en prácticas de las 3Rs establecidas como unidades de análisis en las categorías de los ejes del valor
compartido; véase Figura 1:
Figura 1. Caracterización proyectos de valor compartido
Fuente: elaboración propia
11.48%
88.51%
3Rs
Otros
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Por otra parte, la muestra se clasifica según el tamaño de las empresas como se muestra en la Figura 2, en el cual se destaca
que las grandes empresas aportan un porcentaje ligeramente por encima de la mitad de los proyectos y se puede resaltar que,
de manera seguida, las microempresas ocupan el segundo lugar.
Figura 2. Caracterización proyectos de valor compartido
Fuente: elaboración propia
Sobre el total de la muestra, se ha encontrado que 11 empresas correspondiente al 35.48%, se enfocan principalmente en
prácticas de reducir, el 19.35% equivalente a 6 empresas se centran en prácticas de reutilizar y el 45.16% que corresponde a
14 proyectos se enfocan en prácticas de reciclar. A continuación, se abordan cada una de las prácticas de economía circular,
discriminando según la clasificación de las empresas.
Inicialmente, para la unidad de análisis de reducir la mayor concentración se ubica en grandes empresas con 72.72%
equivalente a 8 proyectos, seguidamente en concordancia con los resultados presentados en la Figura 2, se encuentra que las
microempresas ocupan el segundo lugar, véase la Figura 3, un resultado interesante ha sido el no encontrar participación en
el eje de reducir de empresas pequeñas contrario a las microempresas.
Figura 3. Distribución de las empresas que aplican la unidad de análisis reducir
Fuente: elaboración propia
19.35%
16.13%
12.90%
51.61%
Microempresas
Pequeñas empresas
Medianas empresas
Grandes empresas
18.18%
0%
9.09%
72.72%
Microempresas
Pequeñas empresas
Medianas empresas
Grandes empresas
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Las grandes empresas cada vez más propenden por reducir el consumo energético; esto trae consigo beneficios económicos y
ventajas competitivas como posicionamiento de la marca e incluso la incorporación de nuevas tecnologías para mejorar la
gestión de procesos, además de los beneficios sociales inherentes como la disminución del consumo de recursos naturales.
En segundo lugar, para la unidad de análisis de reutilizar el total de 6 empresas en este eje en este sentido, las medianas
empresas tienen una participación importante del 50%, mientras que los tres restantes tipos de empresa según su tamaño
participan con el 16.66% respectivamente; véase Figura 4, resultado que permite apreciar la participación en el eje de todo
tamaño de empresas contrario al eje de reducir.
Figura 4. Distribución de las empresas que aplican la unidad de análisis reutilizar.
Fuente: elaboración propia
Estas empresas tienen como prioridad proporcionar a los artículos y/o recursos un segundo ciclo de vida, puesto que han sido
usufructuados y están próximos en ser desechados. Un aspecto importante en esta R es que permite, entre otros, redefinir
nuevos productos pensados en las necesidades de los consumidores, los cuales por su naturaleza de creación pueden influir
en la decisión de compra.
Finalmente, la unidad de análisis de reciclaje es la que mayor tendencia de implementación presenta, de los 14 proyectos
presentados se encuentra que las grandes empresas tienen una mayor participación con el 42.86% correspondiente a 6
empresas; también se destaca la participación del 28.57% que equivale a 4 pequeñas empresas mientras que las medianas
empresas y las microempresas participan con 1 y 3 proyectos respectivamente; véase Figura 5:
Figura 5. Distribución de las empresas que aplican la unidad de análisis reciclar.
Fuente: elaboración propia
16.66%
16.66%
50%
16.66%
Microempresas
Pequeñas empresas
Medianas empresas
Grandes empresas
21.43%
28.57%
7.14%
42.86%
Microempresas
Pequeñas empresas
Medianas empresas
Grandes empresas
42
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32.25%
67.75%
0%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
Reconcebir productos y
atender nuevos mercados
Redefinir la productividad
de la cadena de valor
Habilitación del
desarrollo de clústeres.
Entre las principales características que presentan las empresas en torno al reciclaje, se encuentra disminuir el consumo de
recursos naturales y la reducción de contaminantes al entorno. Son varios los beneficios sociales que estas prácticas traen
consigo, en primer lugar, mitiga el impacto medio ambiental, modera la escasez de recursos naturales vírgenes, reduce los
riesgos de enfermedades y, además, permite establecer posibles nuevas plazas de empleabilidad. Por otra parte, también aporta
ventajas competitivas importantes como establecer procesos de innovación en el desarrollo de productos que tengan su origen
en el reciclaje, reducción de costo de materia prima, oportunidades de mercado para nuevos negocios, mejorar la imagen
pública, entre otros.
Los ejes de valor compartido, se centran actividades con el 32.25% equivalente a 10 empresas en la categoría de Rediseño de
productos y mercados y, el 67.75% equivalente a 21 empresas, lo hace respecto a la categoría Redefinición de la productividad
en la cadena de valor. Con relación a la categoría Habilitación del desarrollo de clústeres se destaca que no se evidenció
ningún proyecto que lo aborde; véase Figura 6:
Figura 6. Distribución de proyectos por eje para generar valor compartido
Fuente: elaboración propia
Realizado el análisis de contenido por ejes de valor compartido, en la categoría Reconcebir productos y atender nuevos
mercados, se presenta la distribución de proyectos que aportan a esta categoría a partir de cada unidad de análisis y
discriminando según tamaño de empresa; un hallazgo inesperado se aprecia a la aplicación de las 3Rs a este eje en
microempresas. La unidad de análisis que más aporta a esta categoría es reciclar con un 60%, siendo las microempresas
quienes presentan una mayor participación con un 30%, seguido de las grandes empresas con un 20% y las pequeñas empresas
con un 10%. Por otra parte, la unidad de análisis reducir aporta un 30%, distribuido entre microempresas con 10% y grandes
empresas con 20%, mientras que la unidad de análisis reutilizar aporta un 10% a la categoría únicamente con microempresas.
Un aspecto para destacar es que ninguna mediana empresa aporta a esta categoría; véase Figura7:
Figura 7. Distribución en el eje Reconcebir productos y atender nuevos mercados en las 3Rs
Fuente: elaboración propia
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Reciclar Reducir Reutilizar
Grande empresa
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En la categoría Redefinir la productividad de la cadena de valor, el 38.1% de los proyectos que aportan al eje se centran en la
unidad de análisis reciclar, el 42.86% lo hace respecto de reducir, mientras que el 19.05% de los aportes provienen de la
unidad reutilizar; en grandes empresas se resalta las prácticas de reciclar y reducir; véase Figura 8:
Figura 8. Distribución en el eje Redefinir la productividad de la cadena de valor en las 3Rs
Fuente: elaboración propia
Discusión
Las políticas dirigidas a la competitividad en las empresas participantes del concurso de valor compartido, denotan la
aplicación de los ejes de valor compartido en obtener y / o consolidar ventajas competitivas y beneficio social; sin embargo,
adoptar y adaptar tendencias de gestión se ha convertido en una mezcla de pensamientos y prácticas que inclinan el actuar
gerencial hacia determinadas preferencias o conveniencias, este hecho genera implementar prácticas en economía circular,
entre otras, de manera paralela sin que sea una prioridad estratégica o, más notorio aún, sin conciencia de dirección a una
sostenibilidad organizacional sólida con impacto social.
Se incurre en la implementación de otras propuestas de sostenibilidad con el afán de establecer el alcance de objetivos
estratégicos enmarcados en el valor compartido, hecho no cuestionable en ningún momento, pero que para los autores es
considerado un verdadero desperdicio de oportunidades. La no optimización de políticas para las prácticas de las 3Rs y la
baja o nula implementación, no denotan acciones cidas que robustezcan los ejes de valor compartido y, por ende, que
permitan fortalecer el logro de metas de competitividad como propósito organizacional, así como operar bajo modelos de
negocio inclinados en prácticas en economía lineal.
V- Conclusiones
La gestión estratégica se limita en acogerse a la implementación de los ejes de valor compartido de manera estricta sin
evidenciar prácticas en economía circular en el 88.51% de las empresas, hecho natural dentro de los requisitos para ser
partícipe en el concurso de valor compartido; sin embargo, 31 empresas aplican prácticas en las 3Rs permitiendo combinar
acciones con los ejes para la optimización de recursos y capacidades para generación de competitividad más alcanzable y
sostenible.
De manera particular, se enfatiza en la adopción de prácticas de las 3Rs dentro del primer eje de valor compartido por parte
de grandes empresas y microempresas superando a pequeñas y medianas empresas; mientras que, con relación al segundo eje
de valor compartido, las prácticas de las 3Rs se presentan principalmente en grandes empresas, seguidas de medianas y
pequeñas empresas.
Los resultados permiten evidenciar que ninguna de las empresas que emplea en la práctica alguna de las 3Rs de la economía
circular participa de un sistema clúster. Cabe señalar que si bien las acciones individuales son fundamentales para el desarrollo
sostenible (económico, social y ambiental), el formar parte de un sistema clúster en la región podría maximizaría dicho
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Reciclar Reducir Reutilizar
Grande empresa
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Microempresa
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desarrollo con acciones como establecer procesos interinstitucionales enfocados en la preservación del medio ambiente o
realizar alianzas público-privadas que prioricen la disminución del uso de recursos naturales. De este modo, cada uno de los
beneficios tanto sociales como competitivos que son precisamente el pilar del valor compartido, junto con su implementación
de la mano con la economía circular puede generar mayor impacto, tanto interno como externo, si se actúa como miembro
activo de un clúster.
VI- Referencias
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Contribución de los autores
GCR: conceptualización, conservación de datos, investigación, redacción-borrador original
DMS: análisis formal, investigación, metodología, validación
Financiación:
La investigación se pudo llevar a cabo gracias a la financiación proporcionada por la Organización de Estados
Iberoamericanos (OEI) y el apoyo de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB).
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